miércoles, 6 de febrero de 2013

NO A LA MUTILACIÓN FEMENINA

“Les conté cuánto me había dolido la operación, el trauma que supuso para mí y cómo perdí la confianza en mis padres. Decidieron que no querían que eso le ocurriera a su hija”. Meaza Garedu, de 14 años, sufrió mutilación genital cuando tan sólo tenía 10 años y ahora sensibiliza sobre los efectos de esta práctica en su comunidad, en Etiopía.
Al menos 120 millones de niñas y mujeres en el mundo sufren las graves consecuencias de la mutilación genital femenina. Y alrededor de 30 millones de niñas están en riesgo de ser sometidas a esta práctica cada año. Se trata de una práctica fuertemente arraigada en la costumbre y que se basa en la desigualdad de género.

10.000 comunidades han renunciado a esta práctica

Pero podemos cambiarlo. En el año 2008, UNICEF y UNFPA (Fondo de Naciones Unidas para la Población) iniciamos un programa conjunto en 15 países de África donde el número de mujeres que son víctimas de mutilación genital femenina es alarmante.
Países como Somalia, Guinea y Yibuti, con tasas de prevalencia por encima del 90%, forman parte de este programa, que fija diferentes objetivos: crear leyes que prohíban la mutilación; desarrollar campañas mediáticas para informar sobre los perjuicios de esta práctica; formar a los trabajadores de salud y equipar a los centros con los materiales adecuados para el tratamiento y prevención…
Desde el inicio del programa hemos conseguido grandes cosas. De los 15 países, en 11 de ellos la legislación prohíbe ya la mutilación genital. Los últimos en sumarse han sido Guinea Bissau y Kenia en 2011.
Incluso en los países donde se registran las mayores tasas, está cambiando la actitud con respecto a la práctica. En Egipto, por ejemplo, donde el 90% de las niñas y mujeres han sido mutiladas, se ha duplicado el número de niñas y mujeres de entre 15 y 49 años casadas que piensan que la mutilación genital femenina debe erradicarse.

Programas participativos, la fuerza del grupo

Pero hemos conseguido algo más importante: la razón que nos hace creer que podemos evitar que más niñas sufran una vulneración tan grave de su derecho a la integridad física y moral: cerca de 10.000 comunidades de los 15 países, con unos 8 millones de habitantes, han renunciado a la práctica. Sólo el año pasado, un total de 1.775 comunidades en África declararon públicamente su compromiso de erradicarla.
Se trata de pequeños pueblos en los que hasta hace bien poco la presión social, el miedo a la exclusión y las costumbres, eran poderosas razones para mantener la mutilación genital de niñas y mujeres, y que ahora han declarado públicamente, con un compromiso explícito, que ninguna otra niña en su comunidad tendrá que sufrir tan grave agresión.
Los programas participativos de enfoque comunitario que desarrolla UNICEF permiten que las comunidades discutan sobre los problemas que les afectan de forma abierta y natural. En los diálogos comunitarios, poco a poco, todos se atreven a comentar las consecuencias negativas que ha tenido la ablación sobre sus hijas o mujeres.
Y la presión que antes existía para mantener esta costumbre, se convierte en la presión para eliminarla gracias a la fuerza del grupo. Y es que las personas, individualmente, podemos hacer grandes cosas. Pero cuando nuestros miedos se reflejan en los del otro, cuando el “tú” y el yo” se convierte en “nosotros”, entonces, nada puede pararnos.
Fuente: www.unicef.es

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